La complejidad social del mundo de hoy, hace ciertamente difícil la tarea de comprender lo que pasa, pues el progreso en los distintos saberes y ramas de la ciencia parece complicar el panorama más que facilitar la comprensión, tal cual lo manifiesta Edgar Morín (1999):
“Lo que hoy vivimos es producto de un devenir histórico que nos muestra que la evolución y las acciones del ser humano han sido marcadas por estadios, turbulencias, el azar, creación y destrucción, orden y desorden; una complejidad que enlaza al ser biológico que interacciona con un universo cultural, de ideas, de símbolos y creaciones tecnológicas, con un mundo ecosistémico natural”.
Hay que tener en cuenta que la enorme cantidad de conocimientos adquiridos en los dos últimos siglos en todas las órdenes de la actividad humana, no forma una armonía; se considera necesario pensar que la facilidad de comunicaciones y de transporte ha producido un constante tránsito de personas, ideas y productos. Es preciso pensar que las sociedades y los individuos se han interconectado, gracias a la revolución cibernética, una revolución que se ha producido, no hay que olvidarlo, de una manera algo sorprendente, como un efecto de las posibilidades técnicas; a ésto se le ha llamado globalización. En estas condiciones del mundo, la educación es un punto de discusión permanente, siendo considerada como una fuente principal para transmitir y fomentar tanto conocimientos, habilidades, como actitudes y valores, respondiendo a las exigencias que la sociedad actualmente demanda; pero ¿Cómo deben ser fomentados o educados niños y niñas para construir una sociedad mejor? ¿Cómo es la educación basada en la ética y la comprensión?
No cabe duda que la educación escolar es un factor y un gran reto de gran importancia en la formación de una conciencia (un alumno crítico, analítico y reflexivo) y de ahí que sea relevante que el centro educativo tenga siempre planteamientos claros de sus propósitos y los métodos a utilizar para poder lograrlos.
Se trata de educar aquellos comportamientos de base que hacen que las personas mantengan actitudes de respeto hacia los demás, como por ejemplo: a la vida, la salud, el bienestar, a posiciones e ideas no compartidas sin renunciar a las propias. Como docentes, se debe educar con entendimiento y la cooperación, en la convicción de que los conflictos pueden ser soluciones mediante el diálogo, y que una solución obtenida de esta manera es la única aceptable, es decir mediante un enfoque humanista.
“No es posible hablar de una sociedad democrática mientras se niegue al ser humano su posibilidad de convertirse en persona; es importante reconocer que la palabra debe ser escuchada y comprendida, dialogar.” (Javier Galdona, 2007).
El papel de la escuela en relación con esta temática consiste básicamente en tratar en las aulas aquellos conflictos que en el momento actual constituyen ámbitos prioritarios de preocupación social. Con frecuencia, los ámbitos vienen determinados por situaciones problemáticas sociales (de diversos contextos), mismos que repercuten en el proceso educativo.
Morin (1999) agrega “El ser humano es una unidad compleja (histórico, biológico, psíquico, social, afectivo, racional y espiritual), por lo que la construcción del conocimiento pertinente debe reconocer esta magnitud del ser humano”.
Posiblemente éste aspecto sea fundamental que lo tengan en cuenta los maestros. En la escuela se producen conflictos entre alumnos, maestros, además de entre alumnos y maestros, entre maestros y padres, con las autoridades educativas, etc. Los alumnos reciben lecciones relevantes de estas experiencias, de cómo se resuelven los conflictos, de si se tratan por medio del diálogo, la comprensión y la tolerancia, o mediante la coacción, la amenaza y por el dominio de la fuerza. Cuando se plantea un conflicto entre alumnos, el maestro tiene la gran ocasión para ejercer, como ejemplar, una cultura del diálogo, escuchar razones e interpreten (desarrollen y usen un pensamiento crítico).
Al respecto, Alfonso Banda (2001), menciona “Aprender a resolver conflictos desde la escuela aprovechando los pequeños enfrentamientos entre los alumnos, es un aprendizaje novedoso que los expertos en educación señalan como una de las capacidades que los niños y jóvenes deben aprender en el ámbito escolar”
Por último, conviene tener en cuenta que la escuela no es la única instancia formativa para los niños. Aún siendo importante su influencia, también son esenciales los medios de comunicación, el medio social y claro, la familia; y más en estos tiempos donde no todo el mundo acepta la complejidad en las relaciones humanas, familiares, políticas, etc. Por lo regular, cuando algo no se comprende es fácil percibirlo como amenazador. Un claro ejemplo es la llamada “limpieza étnica”, llevada a cabo en algunas regiones de diversos países con actos sangrientos y antihumanitarios, resultado del rechazo a la complejidad (racismo, xenofobia, intolerancia); reacciones causadas por el miedo, pero en la realidad ese miedo es un triste producto de la ignorancia. De esto no se trata, por el contrario, de comprender que siempre existen oportunidades de encontrar soluciones nuevas para los problemas planteados: paz, justicia, cooperación, que condicen a la aceptación y comprensión de la complejidad.
BIBLIOGRAFÍA
Banda, Alfonso (2001), “ Educación para la paz”, en Manual de la educación,
Edit. Reymo, pp.877-901.
Galdona, Javier (2005), “La transversalidad del currículo”, en http://www.oei.es/valores.htm
Morín, Edgar (1999), “Los siete saberes necesarios para la educación del
futuro”, Correo de la UNESCO.